AN-A FUNDACIÓN

Actualidad

Hazte amigo

Hazte voluntario

Haz una donación

AMISTADES CONFLICTIVAS ENTRE PINTORES Y ESCRITORES

por | Jul 29, 2022 | INFORMES Y ESTUDIOS

A lo largo de la Historia, se ha venido dando relaciones de amistad o enemistad entre filósofos, escritores y artistas.

Catherine Meurisse, miembro del equipo de la revista satírica francesa Charlie Hebdo y primera historietista aceptada en la Academia de Bellas Artes de Francia, ha publicado un libro gráfico titulado “Le pont des arts” (en honor del puente que atraviesa el Sena para dar acceso al Museo del Louvre);  publicado en España por Impedimenta, ISBN 978-84-18668-31-9.
He aquí algunos casos en los que se fija para resaltar las discrepancias de escritores y pintores:

Denis Diderot  (1713-1784) tras haber invertido veinte años en su colaboración fundamental, en la Enciclopedia, compendio de saberes para que fueran útiles a los ciudadanos, deseoso de tomarse unas vacaciones cerca de su amiga la emperatriz de Rusia Catalina II, se ve impedido de llevarlas a cabo cuando recibe una carta de su amigo Friedrich Melchior Grimm (1723-1807), en la que le informa, que  la residencia de la emperatriz está saturada y no cabe un  visitante más. A la vez, le solicita que se haga cargo de la revista que dirige La correspondance littéraire. 

Ahí es donde Diderot, “inventa la crítica de arte por casualidad”.

Hasta la fecha solo los artistas se encontraban legitimados para  criticar la obra de otros artistas; pero ello era un privilegio inaceptable para los ilustrados como Diderot, deseosos de abrir también las artes a la discusión pública. ¿Por qué no podía opinar un espectador interesado, emocionado y reflexivo?. Así se expresará “Mi originalidad reside en mi entusiasmo, mido la belleza por la intensidad de mi emoción…. Me gusta elogiar. Soy feliz cuando admiro”. 

Con esa capacidad para asombrarse, delante de la obra de Jean –  Baptiste Simeón Chardin de 1728 “La raya”, destaca su realismo de los peces y el gato, ” la sustancia misma de los objetos, el aire, la luz”, más que la de la propia escena en sí.

Este entusiasmo en la crítica de arte, daría igualmente paso al espectador que razona aquello que no le gusta, y contrapone a las viñetas anteriores la del escritor y periodista Jules Amédée Barbey d’Aurevilly (1808-1889) que saca los defectos de Diderot en sus escritos sobre el arte “¡Yo, yo y yo! ¡Mejor que Diderot controle su elocuencia!. Peor que un romántico… Destroza el lienzo y pasa la cabeza a través del agujero para que todos le vean y escuchen a él”.

George Sand , seudónimo de la novelista y periodista Amantine Aurore Lucile Dupin de Dudevant (1804-1876) en cuya casa alojaba durante meses a amigos artistas y escritores. Entre ellos al pintor Eugène Delacroix (1798-1863) que tenía montado su estudio en la casa mientras pinta a la escritora. Ambos sin piedad critican la obra “Estratonice” de Jean-Auguste-Dominique Ingres (1780-1869), como “Pueril y artificiosa (comenta George Sand). Ingres es un hombre de genio, pero le falta visión, le falta vida y le falta pintura” A lo que añade Delacroix “Por mucho que haya estudiado hasta el más mínimo efecto del día sobre el mármol, el oro o la tela, se ha olvidado de una cosa: ¡ Los reflejos de la luz !”.

Charles Baudelaire (1821 – 1867) uno de los considerados poetas malditos franceses del siglo XIX, y también influyente crítico de arte, “enseña a distinguir una obra maestra de un “cuadrucho””. Lo hace en un museo imaginario y ante un grupo que siguen al poeta tras el paraguas alzado que blande para que no se pierdan.

En la planta baja del museo, donde se encuentra los “cuadruchos”, se detiene ante “Pelea de gallos” (hoy en el Museo d´Orsay de París) de Jean-León Gérôme (1824 – 1904) pintor academicista tradicional, en cuya obrs aparte de los gallos que dan título a la pintura aparecen dos jóvenes griegos de la antigüedad clásica.

Y ante ella el poeta se despacha ” Gautier (Teodophile) (1811 – 1872) le llama “escuela neogriega”. Yo le llamo “escuela de los enterados”. Pintura de culo de pollo. ¡ Esto apesta a erudición !. ¡ La mejor manera de disimular la falta de inventiva! “ manifiesta enfadado Baudelaire, que no rechaza a Ingres maestro de Gérôme.

Situada en la primera planta de su museo imaginario, la obra del genial Éugene Delacroix , del que entusiasmado dirá “El pintor hace de cada lienzo un auténtico drama, porque ama la pasión con pasión”.

 
Finalmente en la tercera y última planta emplazaba como representante de la modernidad la “Lola de Valencia” de Édouard Manet (1832 – 1883).

Émile Zola (1840 – 1902) vs. Paul Cézanne (1839 – 1906). Catherine Meurisse inicia la historia de amistad y desamistad de ambos veinteañeros situándola en el año 1860 en la estación de Lyón de Paris, típica estación de ferrocarril del XIX, donde el escritor años más tarde autor de “Germinal” (1885) y “La bestia humana” (1890) espera la llegada del pintor proveniente de Aix-En- Provence.

Cézanne le comenta sus nuevas ideas de lo que tiene que ser el arte, y Zola que no desea que yerre el camino comenta “Creo que (el Arte) debe ser algo más que colores mezclados en un lienzo como huevos revueltos… La forma no lo es todo, hay que añadirle una idea. La idea”

Así mientras cruzan el Puente de las Artes, Zola defiende a Édouart Manet y su “Almuerzo sobre la hierba” ,una mujer desnuda entre dos hombres vestidos, (la historietista Meurise, se toma una licencia literaria, pues dicha obra no se realiza hasta  tres años más tarde en 1863) ¡ Aquí tenemos personajes cotidianos, de carne y hueso, pintados a tamaño natural! ¡Genial indecencia! .

Zola apoya igualmente sin ambages la muestra individual de Claude Monet (1840-1926) donde presenta su obra Impresión, sol naciente” (1874, nueva licencia de la narradora) reflejo de la naturaleza a través de la sensibilidad del artista y que de momento supera al colorismo de Cézanne.

En 1886 Èmile Zola publica “La Obra” novela sobre la naturaleza de la creación artística, el amor, la amistad y el fascinante y complejo alumbramiento del impresionismo, a través de4 su protagonista Claude Lantier, pintor fracasado, donde Impresionistas y Postimpresionsitas se preguntan en quien se ha inspirado. Cézanne no tiene dudas, es él. Con esta novela terminará su amistad.

A Pablo Picasso (1881 – 1973) y su amigo y “cómplice” el escritor Guillaume Apollinaire (1880 – 1918) los sitúa también en el Puente de las Artes, para narrar uno de los episodios más novelescos de la historia del arte moderno, el protagonizado por Apollinaire, el amigo y  secretario de éste,  el cleptómano y fanfarrón Géry-Piéret, y Pablo Picasso.

Era 1907, y  el belga Joseph Géry Pieret, amigo de Apollinaire, roba dos antiguas estatuillas ibéricas que terminaron en la casa de Picasso, por el ridículo precio de 50 francos y que el artista más tarde las utilizaría como modelos en el primer cuadro cubista, “Las señoritas de Avignon”.

El 22 de agosto de 1911 desaparece del Museo del Louvre la “Gioconda” de Leonardo Da Vinci.

Cuenta en sus memorias la modelo y amante a la época de Picasso ,Fernande Olivier publicadas en 1933, que los jóvenes quisieron deshacerse de las obras, y en concreto que Picasso propuso arrojarlas al Sena, idea que desecharon por pensar que les estaban vigilando..

Y ese mismo año 1911 Pieret roba una tercera pieza ibérica que acaba devolviéndola. La policía piensa que está tras la pista de una banda internacional de ladrones y traficantes de arte: Pieret era belga, Picasso  español y Apollinaire tenía un pasaporte ruso (aunque había nacido en Italia y para conseguir la nacionalidad francesa años más tarde, tuvo que participar en la Primera Guerra Mundial como voluntario).

En septiembre de 1911, un mes después de la desaparición de La Gioconda, Apollinaire intenta vender las figuras ibéricas  de forma anónima y así fue como los pillaron. Apollinaire, detenido, interrogado y encarcelado en la prisión de La Santé de  París durante dos días. Picasso fue también detenido e interrogado, y se le sometió a un careo con su amigo poeta. Cuando Picasso vio a Apollinaire, que llevaba dos días preso, se asustó, pensó que aquel episodio podía acabar con su permiso de permanencia en Francia y su prometedora carrera de artista y niega conocer al poeta. Apollinaire jamás perdonará la cobardía de Picasso, rompiéndose la amistad entre el poeta y el pintor.

Ambos veinteañeros parecían contar con un móvil para realizar el robo, como partidarios de las propuestas del futurista Filippo Tommaso Marinetti (1876-1944) con respecto a la quema de los museos y de sus obras para dejar paso al arte nuevo. Finalmente  dos años más tarde el 22 de diciembre de 1913 se demuestra de forma definitiva que no tuvieron nada que ver tampoco con el robo de la Mona Lisa.

La historia de la Mona Lisa se resolvió hasta donde se sabe, cuando un tal “Leonardi” mandó una carta a Giovanni Poggi, director de la Galería de los Uffizi en Florencia, en la que afirmaba tener en su poder el retrato y estar dispuesto a venderlo. Poggi acude al hotel donde se encontraba el tal “Leonardi” y el cuadro, acompañado por el marchante Alfredo Geri que había respondido previamente al anuncio en la prensa de venta de antigüedades de “Leonardi, que comprobaría su autenticidad, y de la policía. Una vez detenido el ladrón fue identificado como Vincenzo Peruggia, un pintor de brocha gorda y antiguo trabajador del Louvre que había sacado el lienzo del museo con sorprendente facilidad.

Según Peruggia, su intención era devolver la obra a su verdadera patria, expoliada por Francia como muchas otras joyas artísticas italianas. Pero los argumentos del móvil del robo alegados por Peruggia nunca convencieron por completo a las autoridades francesas, que sospechaban que aquel cristalero no podía ser el cerebro del robo y que alguien con intereses de mayor peso estaba detrás de él.

De hecho, en 1932, el periodista Karl Decker publicó una información según la cual el autor intelectual del robo habría sido un enigmático argentino, “marqués” y comerciante, el estafador llamado Eduardo Valfierno (1850-1931). Según la confesión de  1914, durante la Primera Guerra Mundial, cuando Decker trabajaba como reportero en Casablanca para el New York Journal, el propio Valfierno le contara la verdadera historia que había tras el robo de la Mona Lisa: su objetivo, robar el cuadro y vender a varios coleccionistas seis copias falsas realiozadas por su cómplice el falsificador francés Yves Chaudron haciéndolas pasar cada una por la verdadera.

¡La verosimilitud de la historia, jamás pudo ser comprobada!.

De esta historia, en 2012,  el director Fernando Colomo  filmará la película titulada La banda Picasso, en la que se nos relatan las desventuras y vicisitudes de Apollinaire, Picasso y compañía tras el robo de La Gioconda. Una película que, por cierto, cuenta con otros personajes como Gertrude Stein, Braque o Max Jacob.

Y el escritor argentino Martín Caparros en 2004 con su libro “El enigma Valfierno”.

0 comentarios

Categorias en Actualidad

Noticias

Noticias sobre la fundación y otros.

Informes y estudios

...de interés.

Sala de prensa

notas de prensa.
An-a en los medios
Campañas de sensibilización
Material gráfico

BLOG

consulta artículos de nuestro blog

Conoce AN-A Fundación

Sobre AN-A fundación

Sobre nosotros

Misión, valores y transparencia

AN-A fundación ¿Qué hacemos?

Que hacemos

Toda la información sobre nuestras actividades

Organización AN-A fundación

Organización

Patronato, consejo asesor, áreas de soporte